*Por Sergio Prenafeta J.

Un estudio realizado entre 7.740 personas mayores de 16 años y con distinta escolaridad en siete grandes núcleos urbanos de Iberoamérica,  señala a Santiago de Chile como el lugar donde menos valoración tiene tanto la ciencia como sus cultores, los científicos. La encuesta fue realizada por la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología, la Fundación Española para la Ciencia y Tecnología y la Organización de Estados Iberoamericanos, OEIA, entre los años 2005 y 2009, dentro del “Proyecto estándar Iberoamericano de Indicadores de Percepción Pública, Cultura Científica y Participación Ciudadana”.

La encuesta fue  aplicada en Buenos Aires, Bogotá, Caracas, Madrid, Sao Paulo, Ciudad de Panamá y Santiago, entre octubre y noviembre de 2007 con igual metodología de terreno, salvo algunas adaptaciones que fue preciso hacer para Santiago. El universo de cobertura local alcanzó a 1.100 personas.

El informe, que excede las 150 páginas, incluye también cinco trabajos de varios autores, ninguno de ellos con participación de chilenos. Respecto a los resultados, la consulta por el valor general de la ciencia y tecnología en la vida de las personas, en todas las capitales citadas –con excepción de Santiago- se reconoció que “tales conocimientos resultan útiles para la comprensión del mundo, el cuidado de la salud, la preocupación por el entorno, la formación de opiniones y el desempeño de un trabajo. Los redactores subrayan la posición totalmente opuesta recogida en Santiago.

El 15.2 por ciento de los encuestados en la capital “no sabe cuánto destaca Chile en investigación científica”. En la misma consulta, el 4.1 % dijo que sobresalía mucho; el 22.1% anotó “bastante” y el 46.8% subrayó “poco”. Las respuestas para el área tecnologías fueron similares, lo que reduce las respuestas positivas apenas a un tercio del total y las negativas al resto.  Estas últimas aumentan conforme se considera el nivel básico, medio o superior de la formación de los encuestados.

Respecto a la valoración que el público tiene de las distintas profesiones, incluyendo en ellas a los científicos, nuevamente las apreciaciones dadas en Santiago fueron una sorpresa respecto del resto de las capitales. Aquí fue donde sobresalió el colectivo que le restó  menos valor a las profesiones. En todo caso, las  mejor valoradas en Santiago fueron los médicos (86.5%), los profesores (83.7%), los científicos (70.7%) y los ingenieros (63.5%). No obstante, los médicos alcanzaron más del  90% de las preferencias en Bogotá, Buenos Aires, Caracas y Madrid, en tanto Sao Paulo colocó en el primer lugar a los profesores.

Otra de las respuestas dadas en Santiago que sorprendió a los entrevistadores fue la  afirmación que “el conocimiento científico no tiene ninguna utilidad” (31.4%). No obstante, frente a la apreciación de “si el país está en un nivel adelantado, intermedio o atrasado en temas de investigación científica”, la opción “intermedia” alcanzó al 61.3% frente al 24 % que declaró estar “atrasado” y solo un 6.3 % estimó que Chile está “adelantado”.

Santiago y Sao Paulo valoran en general a la ciencia y la tecnología como productora de “muchos riesgos y pocos beneficios”, a diferencia de Buenos Aires y Bogotá que las  aprecian como actividades de “muchos riesgos y muchos beneficios”. Como la ciencia se hace no solo con talento sino también con recursos financieros, mientras en Bogotá, Madrid, Buenos Aires y Panamá los entrevistados consideraron prioritario invertir en financiar la ciencia y la tecnología, en Santiago, Sao Paulo y Caracas no lo estiman de importancia. Hay más: en Santiago, la totalidad de las respuestas señalaron que invertir en estas disciplinas “no resulta prioritario para el país”.

Los resultados precedentes aparecen como contradictorios frente a la consulta respecto a  si “los conocimientos científicos son importantes para asumir políticas públicas”. La respuesta en Santiago alcanzó al 55.8% de afirmación, subrayando la necesidad de tener también presente las actitudes y valoraciones en cada caso. El aparente desinterés de los consultados en la capital por la actividad científica y tecnológica tuvo como contraparte una alta aprobación (74.6%)  exigiendo que “los ciudadanos deben desempeñar un papel más importante en la gestión científica y tecnológica”.

Los encuestados  evaluaron también el nivel de educación científica y técnica recibida a su paso por la escuela (en Chile). Está fue considerada buena (19.7%), mediana (30%), mala (26.1%) y muy mala (15%). La valoración mediana y mala fue estimada como crítica para Santiago. En una consulta paralela, los capitalinos resultaron ser los menos interesados –al igual que los de Caracas- en informarse sobre el contenido de las etiquetas e informaciones contenidas en los fármacos y alimentos de consumo.

Sergio Prenafeta Jenkins

Más de la mitad de los entrevistados en Santiago estima que la profesión de científico “es gratificante en lo personal” (69.6%), “bien remunerada” (54.6%) y “muy atractiva” (55.1%), respuestas que disminuyen considerablemente si los que responden son personas que acaban de salir de la educación superior.

La síntesis que los evaluadores hacen para Santiago subraya  la poca utilidad que se le confiere aquí al conocimiento en ciencia y tecnología para la formación de opiniones políticas y sociales. “Existe, asimismo, un escaso aprecio por la tarea que cumplen los periodistas” y hay consenso que el nivel de educación en ciencia y tecnología recibido durante la etapa escolar es malo. Aclaran los encargados de la encuesta que “ésta se hizo en las ciudades que integran la región más desigual del planeta –con la excepción de Madrid- donde cuatro de cada diez habitantes vive en condiciones de pobreza, según lo señaló CEPAL en 2007”.

Aunque la opinión de los consultados en Santiago no puede extrapolarse a lo que los chilenos estiman, la presente es la primera medición hecha en Chile en tal sentido. Para Eduardo Reyes Frías, presidente de la Asociación Chilena de Periodistas Científicos, Achipec, “considerando el mérito del trabajo, es importante tener presente el atraso de Chile en realizar estudios rigurosos sobre la percepción pública del binomio ciencia-tecnología, en comparación a lo que muestran otros países de la región y España. Tal debilidad se aprecia en la bibliografía contenida en el informe y en el hecho que los 23 miembros del equipo técnico, Chile figura solo con una representante de Conicyt”.

Con el respaldo de un proyecto Fondecyt, se realiza desde hace dos años  un estudio acotado a tres ciudades del sur del país –Concepción, Temuco y Valdivia- dirigida por un equipo académico de la Universidad Austral de Chile encabezado por Pablo Villarroel y Víctor Hugo Valenzuela. Se espera que tales resultados puedan morigerar en parte la apreciación que se tiene en  otro ámbito del país sobre la importancia que se le otorga al uso y creación científica y tecnológica en beneficio del desarrollo y calidad de vida  de las personas.

*Profesor de Química y Biología y periodista especializado en comunicación científica; presidente honorario Achipec.