Foto tomada por Wladimir Riquelme

«Waterscapes in Wallmapu: Lessons from Mapuche Perspectives” es el nombre de la investigación realizada por Juan Carlos Skewes y Juana Aigo, con la colaboración de Soledad Molares y Daniela Morales, desde Argentina, y Wladimir Riquelme Maulén, María Ignacia Ibarra, Debbie Guerra y la socia Achipec Camila Bañales-Seguel, Ingeniera Agrónoma con mención en Gestión Ambiental de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y actual candidata a doctora del programa Doctorado en Ciencias Ambientales mención en Sistemas Acuáticos Continentales de la Universidad de Concepción.

A través de la experiencia de comunidades mapuche asentadas a los alrededores de tres ríos, el Huenehue (Los Ríos, Chile), el Chimehuin (Neuquén, Argentina) y el Lepá (Chubut, Argentina), el equipo estudió la relación que tienen los grupos mapuche con las fuentes de agua en las comunidades, sus costumbres respecto al consumo de esta, su adaptación a la adversidad climática, y el contraste de su visión con el manejo que los gobiernos de ambos países le dan a estos recursos naturales. 

El trato que estos grupos mapuche le dan al agua es similar independiente de la diferencia de sus asentamientos o las adversidades que enfrentan. “Las comunidades mapuche de Wallmapu conciben al agua como una entidad viva, un hecho que llama a la exploración de las diferentes realidades de los varios ocupantes de este vasto territorio”, relata la investigación, en la cual Bañales-Seguel aportó desde sus conocimientos de cartografía, geomorfología, hidrología y ecología de ríos. 

Los cuerpos de agua son considerados como entidades poderosas y animadas, las cuales merecen el mismo respeto que una persona. Es por esto que estas comunidades cuidan su integridad, incluso manteniendo la pesca como una práctica ocasional y nunca con fines comerciales. “Si uno los molesta, el río se enoja. Cuando vienen forasteros, empiezan a burbujear o borbotear porque están celosos. Se pueden secar”, comentaron los miembros de las comunidades a los y las investigadoras.

El primer caso de estudio, en el río Huenehue (Chile), presenta un escenario de escasez de agua inducida, consecuencia de la extracción de agua por una planta hidroeléctrica cercana, mientras que en Costa de Lepá (Argentina) existe una escasez de agua producida por el cambio climático, ambas situaciones que amenazan la forma de vida de la comunidad mapuche de cada zona.  

Lo contrario ocurre en el Chimehuin (Argentina), donde existe una abundancia de agua. Ante este escenario favorable, el gobierno ha incentivado el turismo y la pesca deportiva en el área, generando severos conflictos sociales y ambientales con las comunidades mapuche locales, resultando esto en la expulsión de la mayoría de las familias desde estas tierras ancestrales. 

“Los estados chileno y argentino tienen diferentes formas de administrar los cuerpos de aguas continentales. No obstante, ambos modelos responden a una cultura que percibe el agua como un recurso natural, desde una perspectiva utilitaria. Por otra parte, desde la perspectiva mapuche, el agua no es simplemente un recurso, sino un elemento viviente del paisaje. Las personas no solo “usan” el agua, también conviven con ella y forman relaciones con los cuerpos de agua. Estas relaciones están fundadas en valores como el respeto y la reciprocidad”, analiza la socia Achipec sobre estas visiones contrastadas. 

Los gobiernos de ambos países han procurado instaurar planes para solucionar los problemas socio-ambientales de cada zona, sin lograr resultados satisfactorios para ambas partes. Camila explica que esto ocurre como consecuencia de las diferencias entre las culturas indígenas con las culturas resultantes del colonialismo y la forma fragmentada en la que estas medidas son ideadas, separando el agua de la tierra. 

“Desde la perspectiva del pueblo mapuche, los sistemas naturales son interdependientes y poseen rangos de naturalidad que se sostienen en equilibrio siempre y cuando estén saludables. Esta diferencia de perspectiva integrada es contrastante con respecto a nuestro sistema jurídico-ideológico actual. Sin embargo, está perfectamente en línea con el entendimiento más avanzado desde disciplinas científicas como la geomorfología de ríos o ecología fluvial”, señala la ingeniera agrónoma. 

Este estudio reafirma que es necesario considerar y respetar las costumbres de las comunidades mapuche, poniendo a estas junto con las perspectivas gubernamentales a un nivel equivalente en la toma de decisiones, trascendiendo desde la noción utilitaria del agua. Camila identifica al legado del colonialismo, época donde se determinaron los marcos epistemológicos dominantes y una “soberanía del conocimiento” (occidental), como la razón por la que las perspectivas nativas son usualmente ignoradas. 

“Los pueblos indígenas que aquí habitaban fueron representados como salvajes, ello justificó la violencia y despojo de sus tierras y la invisibilización de su conocimiento. Es así como hoy en día consideramos el conocimiento como válido, siempre y cuando emane del método científico, un método Eurocéntrico y que buscar “filtrar” la diversidad de conocimientos hasta llegar a lo puramente “objetivo.” No obstante, existen otras formas de conocer (epistemologías) y significar el entorno que nos rodea”, indica la socia Achipec.

Camila considera necesario que, además de existir una relación simétrica entre las comunidades mapuche y las agencias administrativas del agua, ambas visiones y tipos de conocimiento sean considerados como igualmente válidos. “La aceptación de pluralidad epistemológica debe reflejarse en pluralismo jurídico, es decir, en sistemas normativos que admitan que hay muchas formas de conocer y valorar el mundo y trabaje por solucionar los choques de visiones, en vez de imponer la validez de uno por sobre otro”. 

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