*Por Nicolás Luco.

Como presidente de la Comisión Nacional de Ciencia y Tecnología, José Miguel Aguilera reconoce una buena labor de sus dos antecesoras, no propone el borrón y cuenta nueva, se incorporará al marco que el Estado tiene para la innovación, aunque quiere remozar la institucionalidad de Conicyt.

José Miguel Aguilera, nuevo presidente de Conicyt

Piensa aumentar a 600 los proyectos del Fondo Nacional de Desarrollo de la Ciencia y Tecnología, Fondecyt, continuar el énfasis en ciencias sociales, reformular la trayectoria de los estudiantes de doctorados, generar innovaciones y emprendimientos antes de que los alumnos salgan de la universidad, generar polos mundiales en Chile en torno a aquello donde contamos con ventajas comparativas como la astronomía, los terremotos, el Pacífico Sur, la Antártida…  y convencer a toda la gente de que sin nuestros investigadores nuestra vida no tendría la calidad que hoy disfrutamos.

Cuando aceptó el cargo hizo una encuesta entre sus cercanos —“soy experimentalista”— y se llevó una sorpresa: algunos le preguntaban qué era Conicyt.

Qué problema. “No hemos sido capaces de decirle a la gente cuál es la importancia de la ciencia y la tecnología”, dice.

—Hay quienes los califican a ustedes de llorones, de que piden y piden sin resultados… “Conicyt te cambia la vida. Hay que contar que, si no tuviéramos ciencia y tecnología en Chile, viviríamos peor. No habríamos podido explicar qué ocurrió con el terremoto, ni sabido cómo responder, las normas de construcción serían diferentes… Todo eso hay que traspasárselo a la gente, para que no nos cueste tanto esto de estar justificando a cada momento por qué tenemos que gastar tanta plata en ciencia y tecnología”.

—Su propio trabajo tiene la suerte de ser en algo inmediato, los alimentos, algo cercano a la gente.

“Sí, trabajo la microestructura de los alimentos, la ingeniería que está dentro de ellos. Porque, a diferencia de la mayoría de las cosas que nos rodean y que comprenden la vida diaria, los alimentos nunca se diseñaron. Desafío a que me muestren un plano de una marraqueta o los prototipos que dieron origen a la mayonesa. Dada la relevancia que tienen hoy en día la alimentación y el sobrepeso, que se extienden como la plaga del siglo XXI, y sus consecuencias en algunas enfermedades crónicas no transmisibles, cabe preguntarse si los alimentos que consumimos hoy son los que necesitamos. Viene todo un concepto de diseño de alimentos que podría partir incluso con los genes de cada persona”.

—Usted, ¿está abierto a los alimentos genéticamente modificados?

“Debemos estar abiertos a las oportunidades que brinda la biotecnología y sus herramientas en la producción de alimentos más abundantes y de mejor calidad.  Por otra parte, existe un mercado de los alimentos orgánicos que crece continuamente y consumidores que se oponen a consumir alimentos genéticamente modificados. Otra cosa es decidir qué nos convendrá en el largo plazo como país exportador de alimentos. La pregunta que no se puede soslayar hoy día es: ¿no será mejor vender la marca país ‘Chile libre de alimentos transgénicos’ y orientarnos a este mercado mundial en continuo crecimiento? Nueva Zelanda no admite la producción de alimentos transgénicos, aunque sí hacen  investigación en el tema. Están muy atentos a los métodos experimentales y a las herramientas de la ingeniería genética, pero confinados, por el momento, a laboratorios de investigación”.

—La comunidad está pidiendo que se enfaticen las patentes antes que la publicación de papers en revistas científicas.

“¿Cuál comunidad? El producto principal de las investigaciones científicas y de la generación de conocimiento son los papers y eso no lo vamos a cambiar nosotros. Las patentes protegen los descubrimientos que tienen un potencial comercial y esto es lo que se debe evaluar muy bien, pues patentar con cobertura internacional es caro.

“Si bien en Chile se genera un número bajo de patentes, ¿estaríamos satisfechos si patentáramos mucho más y esas patentes no generaran valor alguno? El tema es complejo e involucra aspectos como la vigilancia de las patentes; esto exige capacidades que podríamos no tener. Una alternativa es compartir costos y beneficios del patentamiento con empresas, para aumentar el potencial de sus retornos”.

—Usted dice que Conicyt se ha desarrollado bien y que, salvo un par de percances, sus antecesoras manejaron su tarea con profesionalismo.

“Creo que la comunidad científica y las universidades aprecian la labor de Conicyt. No he llegado a hacer grandes transformaciones sino más a explotar sus competencias centrales, reforzar el impacto de algunos programas y trabajar en nuevos proyectos. El desafío es que Conicyt sea un gran actor en el esfuerzo de innovación que queremos emprender como país.

“Durante los últimos 5 años se estableció un sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación con el Consejo nacional de innovación y al Comité interministerial para la innovación, cuyas agencias ejecutivas son Conicyt e Innova Chile. Eso nos da el marco donde movernos.”

–¿Qué harán los científicos afectados por el terremoto?

“Quise que mi primera actividad en Conicyt fuera visitar las universidades de Concepción y Talca. El caso de Concepción fue más dramático porque cuando llegué no era sólo el daño lo que se advertía, sino que ya no existía el edificio de química: lo habían demolido. Y allí hubo una rápida y astuta respuesta de Conicyt. ¿Que haces tú si se desaparece tu laboratorio y tienes varios tesistas trabajando en él? Entre los profesores supervisores de química de Concepción y Conicyt se pusieron de acuerdo y buscaron los lugares del mundo donde los alumnos pudieran seguir haciendo lo suyo de la mejor manera posible. Hoy todos los becarios Conicyt están reubicados, muchos en el extranjero, otros en Chile. Esa fue una reacción conjunta fantástica de la administración anterior de Conicyt y de los profesores”.

—Piden fondos.

“Eso es algo que excede nuestras capacidades pues es excepcional. Nuestros recursos están todos marcados para cosas específicas, Podemos brindar apoyo y respaldo para que se asignen los fondos.  Porque son cantidades grandes, el rector hablaba de 40 millones de dólares para la Universidad de Concepción.”

—¿Y sobre Becas Chile?

“El concepto es interesante, pero necesita modificaciones. Conicyt opera el sistema y lo debe hacer muy bien: están en juego los aportes de todos y la fe pública. Estamos de cabeza en eso. Becas Chile fue muy rápido y masivo e involucra a muchas personas, disciplinas y centros de estudio en el exterior cuya calidad e idoneidad deben ser criteriosamente evaluadas. Además, involucra a los jóvenes más favorecidos de la sociedad. Esto debe ser revisado.”

—Las universidades nacionales piden que los mejores se queden doctorándose en Chile.

“El concepto es que siempre va haber áreas del conocimiento que un país pequeño no  puede desarrollar en los plazos y niveles de excelencia que se requieren. La experiencia en el extranjero puede aportar nuevas ideas y una visión diferente. Lo que debemos asegurar es que las platas se inviertan bien y que el impacto sea el previsto.”

—El rector de la Universidad de Chile, Víctor Pérez, ha planteado que si se quieren gastar los dólares afuera, que se los inviertan en equipos para la universidad en el exterior y ellos se encargan de financiar, en compensación, los doctorados.

“Becas Chile no pretende reemplazar a los doctorados nacionales sino más bien complementarlos. Además, es mucho más que postgrados. Lo que hay que hacer es potenciar los doctorados en el país, exigirles excelencia y hacerlos tan atractivos que compitan con Becas Chile. Para esto estamos estudiando “empaquetar” un doctorado nacional que contenga la beca básica, un curso de inglés potente, apoyo para la tesis y el término de tesis, una pasantía en un centro extranjero de reconocido prestigio, asistencia a congresos internacionales con presentación de trabajos, y un post doctorado de calidad.  El acceso a las distintas etapas de este paquete de 5 a 7 años debiera ser en la forma más automática posible.”

—¿Cómo vamos a competir con grandes laboratorios de los mejores centros del mundo?

“La inserción de la ciencia chilena en el mundo es una necesidad imperiosa.  Alcanzar masas críticas nos obliga a asociarnos con gente de afuera, a atraer científicos extranjeros de primer nivel y ése es el próximo paso de los centros nacionales. Otro concepto interesante es seguir el camino de la astronomía. ¿No habrá muchas otras áreas en que tenemos ventajas comparativas en el mundo y así logremos atraer científicos y centros de nivel mundial?  Por ejemplo, en el campo de las ciencias de la Tierra y la ingeniería antisísmica tenemos el mejor laboratorio del mundo. Y el Pacífico Sur, y la Antártica… Y está el programa de atracción de Centros de Excelencia de Innova Chile, que aporta unos 20 millones de dólares a centros extranjeros que se quieran instalar acá.”.

—El Presidente anunció llegar a invertir un 1,5% del Producto Interno Bruto (PIB) cuando hoy estamos poniendo un 0,7% en ciencia y tecnología.

“Lo que se invierte en ciencia y tecnología no es poco. Sólo el presupuesto anual de Conicyt son unos 368 millones de dólares. Si uno divide por el PIB da como 0,25%. Yo creo que el gran desafío es cómo atraer los aportes de la empresa. Porque para llegar al 1,5% del PIB, lo que tiene que aportar la empresa es el 1% y el gobierno, 0,5%. El sistema de innovación del estado según la contabilidad moderna, aporta 1.607 millones de dólares al año. Eso bordea el 1% del PIB.”

José Miguel Aguilera, junto a Vivian Heyl, ex directora Conicyt. Fue en 2008 Premio Nacional Ciencias Aplicadas y Tecnológicas.

“Ha habido un gran crecimiento de los fondos que maneja Conicyt durante el período 2005 – 2010, pero especialmente en 2009-2010 con aportes extraordinarios del Bicentenario y del Fondo de Innovación para la Competitividad. Sin embargo, el programa Fondecyt, que es la base de la investigación en Chile, no crece. Seguimos financiando alrededor de 400 proyectos Fondecyt al año para una masa de investigadores en expansión que supera ya los 3 mil. Nuestra proposición para el año 2011, dentro de una visión muy realista, es alcanzar los 600 proyectos Fondecyt.  Nos parece fundamental».

—El informe de Tantauco prometía un aumento anual de 250. “Los 50 que faltan son por los efectos del terremoto.  Y en el concurso de iniciación a la investigación, propondremos pasar de unos 150 a 200 proyectos para el año próximo. Pero voy a hablar de algo que Tantauco no hablaba.  Queremos reactivar el concurso ‘Fondequip’. Alrededor del año 1987 hubo un préstamo del PNUD para el equipamiento mediano de investigación;  desde esa fecha no ha habido algo similar. Se acaba de cerrar el ‘Concurso de infraestructura mayor’ donde vamos a financiar cuatro megaproyectos de equipamiento colaborativo. Excelente. Pero, reactivar el ‘Fondequip’ significa renovar equipos básicos de un valor promedio cercano a los 80 mil dólares, o adquirir equipos medianos que proporcionen nueva información.  Y esto es
fundamental para potenciar a muchos grupos de investigación y los programas nacionales de doctorado. El caso de los computadores es ilustrativo de este punto: ¿qué pasaría si siguiéramos usando aquéllos que teníamos hace 15 años?”.

—¿Continurá el énfasis en las ciencias sociales?

“El foco de Conicyt va a seguir siendo la formación de capital humano avanzado y el fomento de la investigación científica y tecnológica, que incluye a las ciencias sociales. Éstas nos enriquecen como país, contribuyen a descubrir nuestra identidad, saber hacia dónde vamos como sociedad, aportan soluciones en educación, y más. El financiamiento de la investigación en ciencias sociales parte con Fondecyt, que tiene sus propios grupos de estudio para resolver cómo se reparten los fondos.  Existen también los programas de investigación asociativa como los anillos de investigación en ciencias sociales.  Se les ha estado dando la importancia que las ciencias sociales merecen.”

—¿Se es feliz investigando?

“Los científicos lo pasamos sensacional y tenemos una actividad que nunca termina.  En otras actividades cuando se aproxima la jubilación —mi caso actual— se produce un quiebre.  En la vida de un investigador puede haber una desaceleración pero no hay un quiebre, uno va a seguir planteándose preguntas y estudiando.  Tenemos muchos casos en Chile de investigadores que han seguido hasta los 80 años, hasta que dan las capacidades…haciendo aportes importantes.  La  investigación es una forma de vida fantástica.”

—Pero hay disputas.

“El investigador está continuamente expuesto a la revisión, a la crítica. Esto no es algo que se acepta comúnmente en otras profesiones, donde se ve como un cuestionamiento. Ser revisados y evaluados por pares es algo que lo tenemos internalizado. Otra cosa que se deriva de esto es la redundancia.  Desde el punto de vista de la eficiencia, la gente se pregunta  ‘¿por qué hay tanta gente trabajando en la misma cosa si bastaría con uno?’  Pero es que a veces no funciona y  la ciencia se controla con más ciencia.  Existen algunas veces errores y fraudes y  la ciencia reacciona inmediatamente.  Es un mundo muy especial.  Y eso es lo que tenemos que hacer entender a la gente.”

—A un becario en una gran universidad le costará regresar a Chile y no tener nitrógeno líquido con sólo dar vuelta una llave.

“Eso es un dato del problema.  Cuando un científico regresa a Chile sabe lo que le espera. Trabajar en Chile obliga a ser “busquilla” y a desarrollar contactos afuera. Afortunadamente, la inteligencia se reparte uniformemente en el mundo y nuestros alumnos son tan buenos como en otras partes.  Establecer redes internacionales potentes  y entrar en consorcios internacionales es parte de la solución. Hacia esto debiéramos focalizar el programa internacional de Conicyt.”

—Investigar es algo más riesgoso desde el punto de vista económico.

“Cada vez es más común en Estados Unidos y Europa que investigadores connotados participen en spin offs y empresas que han partido en sus propios laboratorios y continúen en las universidades; aquí en Chile ya aparecen algunos ejemplos.”

—¿Se insertan en la industria?

“Ha habido muchos esfuerzos de asociar la investigación con la empresa.  A mí me da la impresión que no han sido tan exitosos como quisiéramos. Teniendo gran respeto por los empresarios nacionales que saben muy bien lo que hacen, me da la impresión que el modelo que la mayoría de ellos han seguido no considera integralmente a la investigación y el desarrollo como parte del negocio, pero hay que reconocer que ese modelo ha sido exitoso. Me parece que ese modelo va a ser crisis tarde o temprano y hay que estar preparado.  Los mercados no se van a expandir indefinidamente y las ventajas comparativas tienen su límite.  Entonces, tenemos que formar también empresarios que crean en la ciencia y la tecnología, que sean innovadores en la incorporación de conocimiento y esto tiene que partir ahora, en la universidad. Los alumnos de carreras tecnológicas al momento de egresar debieran estar también preparados para formar sus propias empresas y no sólo para ser ejecutivos de empresas ya establecidas. Este es un ejemplo donde se requerirá de una mayor integración entre educación superior, Conicyt e Innova Chile – sería un plan muy bonito.”

—¿Está en discusión la institucionalidad de Conicyt?

“Hay un tema urgente que es la institucionalidad de Conicyt.  Lo que primero que hice cuando me ofrecieron el cargo fue meterme a la página web y darme cuenta de que esta es una comisión  que no existe. Soy presidente de una comisión que no existe. Conicyt necesita de una instancia más allá de lo administrativo que mire a la Ciencia y la tecnología en el largo plazo y diseñe estrategias en conjunto con el resto del sistema.”

—La comisión la cerró Pinochet.

“La cerró el gobierno militar. Por otra parte Conicyt entró al sistema de la Alta Administración  Pública en 2007 y los cargos superiores se van a empezar a llenar por concurso. Yo espero que esto se va a resolver a lo más en un par de meses.

—La sospecha es que Conicyt entrará a depender del ministerio de Economía.

“No me corresponde pronunciarme sobre esta materia”.

—Muchas veces la proyección hacia la sociedad de una investigación, exigida en las bases de los concursos, se resuelve con dar charlas en los colegios, y eso no moviliza al país.

“Ésa es una de las cosas que he estado conversando. Los proyectos debieran contar con una sección que explique cómo se divulgarán los resultados y cuál será su impacto, aunque sea en el largo plazo, a nivel de las personas.”

—¿Cómo enfrentará la difusión de la ciencia?

“Yo soy experimentalista e hice un experimento.  Cuando el ministro Lavín me ofreció este cargo yo empecé a contarle a la gente que está alrededor mío que me iba a Conicyt y muchos me preguntaban qué era Conicyt.   Me preocupó. Porque en Estados Unidos todos saben lo que es la National Science Foundation y la NASA, por ejemplo.  Insisto, los científicos debiéramos comprometernos a divulgar los resultados y el impacto de nuestras investigaciones.  Conicyt tiene muchísimos proyectos que nos han cambiado la vida. Tendríamos una calidad de vida peor si la Conicyt y Fondecyt no existieran y a eso tenemos que sacarle brillo.  Yo quiero reunirme con la gente de prensa que tiene interés en estos temas y ver cómo podemos llevar a cabo esto. Ahora sabemos del hoyo de ozono, los terremotos, la contaminación, las sustentabilidad del medio ambiente, los efectos del cambio climático, c0mo funciona la sociedad, en gran parte gracias a Conicyt..No sé por qué la marca Conicyt no es más conocida.

—Los científicos como Jorge Allende, ¿deberían ser personajes nacionales?

“A pesar de todo, tenemos varios científicos top ten. Investigadores chilenos en la National Academy, ganadores de importantes premios internacionales como Ramón Latorrre.  Y esto es reconocido y sabido en el exterior.  Me siento muy orgulloso y honrado de haber sido elegido recientemente a la National Academy of Engineering, el primer chileno.
Hasta la presidenta del MIT me mandó una carta personal de felicitación por mi incorporación”.

Fuente: Nicolás Luco, Periodista, Diario El Mercurio

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