Tres kilómetros de extensión tiene el nuevo sendero turístico-científico que la comunidad de Quebrada de Talca acaba de inaugurar, específicamente en el sector de Quebrada de Rulos, a 30 minutos al este de La Serena. El sitio es una exclusión de tierra que fue resguardada para mantener un sector de esa parte del Valle Elqui poco explotada, conocer sus particularidades naturales a través de la ciencia y mostrarla a los futuros visitantes.

Se trata de un esfuerzo conjunto entre los comuneros de esa localidad, el Fondo de Protección Ambiental FPA del  Ministerio del Medio Ambiente, la Municipalidad de La Serena, la Universidad de La Serena (ULS), Sendero de Chile y el Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA).

“Gracias a los trabajos y a quienes han participado en ellos, nos damos cuenta que tenemos entre manos una gran obra, que nos está permitiendo aportar a la protección de la flora y fauna, al medio ambiente y con un espacio que seguramente mucha gente querrá visitarlo para aprovechar sus bondades y aire puro que acá se puede respirar”, asegura Lino González, presidente de la Comisión de Vigilancia de la Comunidad de Quebrada de Talca.

Ahora los comuneros comenzarán a idear formas y buscar apoyos a través de instituciones de Gobierno, para entregar la información del sendero a través de canales que permitan al público visitar en lugar.

“Esperamos que este proyecto del Fondo de Protección Ambiental, que llega a su fin, sea el inicio de una nueva etapa de trabajo y este lugar se convierta en la primera área protegida del  Valle de Elqui, reconocida por el Estado, y así mantener este gran esfuerzo en el tiempo”, señala Cristian Felmer, Secretario Regional Ministerial de Medio Ambiente de la Región de Coquimbo.

Para convertirse en esta área protegida ya se han avanzado algunos pasos con la línea base científica conjunta que el CEAZA, la ULS y Sendero de Chile han levantado.

Según explica el Secretario Regional Ministerial ahora se necesita demarcar exactamente el área que la comunidad quiere excluir, esa información pasa a la Seremi de Medio Ambiente, desde donde se remite al Consejo de Ministros para la Sustentabilidad donde se aprueba. Posteriormente, con la firma del Presidente de la República, se declara la nueva área.

“Es un proceso que puede demorar entre uno a dos años, dependiendo de la información que se maneje y la prioridad que como Seremia le podamos dar al tema en el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad”, aclara Felmer.

Agrega que como cualquier proyecto, un área protegida debe ingresar al Servicio de Estudio de Impacto Ambiental (SEIA). De esta manera, se puede normar sobre todos los aspectos del proyecto. “De no pasar por esta etapa, podría venir cualquier empresa e instalarse al lado y causar daños, sin que fuésemos capaces de evaluarlos. Pero si tenemos un área protegida privada, la ley nos otorga las facultades para velar por su conservación. Así las actividades aledañas al área se deben realizar con algunos planes de manejo que consideren evitar daños al sector”.

Trabajos científicos del proyecto FPA

La investigación científica que apoyo el desarrollo del sendero clasificó flora y fauna del sector. Allí se pudieron encontrar con numerosas especies de cactus como el copao, reptiles como las iguanas, aves como el carpinterito o el aguilucho, matorrales y arbustos como el guayacán o la alcaparra, entre muchas otras, que aunque permanecen en estas áreas de secano, son difíciles de ver en toda su magnitud por el constante uso que se da a estos recursos, especialmente los vegetales.

Según la Dra.  Alexandra Stoll, investigadora CEAZA y contraparte científica del proyecto FPA que estableció este sendero, la estrecha relación entre las plantas y el ambiente, origina diferentes formaciones vegetales. En este lugar la vegetación corresponde al tipo matorral estepario costero, característico de los ecosistemas semiáridos de Chile.

“En el año 2011 investigadores del CEAZA y ULS registraron 135 especies de plantas, 5 especies de reptiles, 5 especies de mamíferos, 23 especies de aves y 47 especies de artrópodos. Muchos de ellos son típicos del Norte Chico de Chile y presentan adaptaciones particulares a las condiciones áridas de su entorno”, afirma Stoll.

Aportaron también al trabajo científico de este proyecto, la curadora del herbario de la ULS Gina Arancio (flora), los académicos ULS Arturo Cortes (vertebrados), Jaime Pizarro (insectos), Carmen Jorquera (suelo) y Carlos Zuleta (ecología), el ornitólogo Manuel Rojas (Fundación Sendero de Chile), junto con la hidrobióloga CEAZA Ingrid Alvial.

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