
*Por Eduardo Reyes F.
La preocupación de las autoridades por el arsénico que respiran los escolares de La Greda, Puchuncaví, es muy legítima, pero tardía. La denuncia fue emitida en el estudio del Dr. Jaime Chiang y colegas de la Universidad de Valparaíso en 1985, cuando midieron durante varios meses las concentraciones de cobre, cadmio y arsénico, derivadas de la refinería de cobre y de una termoeléctrica, cercanas a Puchuncaví.
El análisis se publicó en el boletín de la Sociedad Chilena de Química, volumen 30, y es posible que se tuviera en cuenta para decretar en 1993 “zona saturada de gases sulfurosos y partículas respirables” este sector que ya había perdido su rendimiento agrícola. En cambio, aumentaban las enfermedades broncopulmonares…
Desde entonces, la Comisión Regional del Ambiente inició las mediciones de calidad del aire en Quintero, Puchuncaví y Concón, supervisadas por los ministerios de Agricultura y Salud.
Las empresas agregaron algunos controles técnicos, pero en el paso del tiempo se han instalado más fuentes emisoras y aumentó la conciencia ambiental.
El corto circuito detonó ahora en la escuela de La Greda, donde el informe sanitario recomienda su traslado, lo cual rechaza la comunidad.
Paradojas del cobre refinado
Nadie descarta la toxicidad del arsénico, a diferencia de la simple “molestia” que se puede asignar al carboncillo atmosférico. El conflicto en Puchuncaví es que el contaminante venenoso deriva de la refinación de cobre que realiza la planta instalada en Ventana desde 1966, traspasada últimamente a Codelco, con autorización para emitir al aire hasta 120 toneladas anuales de arsénico. Marcó 68 toneladas en 2009.
La investigación del Dr. Chiang en 1985 detectó que el impacto de arsénico en La Greda era 423 veces mayor que en el sector limpio de Peñuelas, parámetro de control.
¿Qué variación registra en la actualidad?
¿Cuáles pueden haber sido los efectos en la población?
Es un antiguo reclamo de Puchuncaví, cuyo corto alcance político puede explicarse por la reducida cantidad de habitantes.
Sin embargo, el decreto Nº 165 firmado por el Presidente Eduardo Frei y sus ministros de Agricultura y Salud en junio de 1999, admitió que las normas de emisión de arsénico podrán ser revisadas si cambian algunas de las circunstancias originales, “en especial lo relacionado con asentamientos humanos.”
En consecuencia, además de las medidas precautorias que anuncian los titulares de Salud y Medio Ambiente, el biministro Laurence Golborne puede revisar la cuota permisible de arsénico en el tratamiento de minerales de cobre.
Cabe señalar que la emisión del contaminante tóxico deriva del mismo proceso de extracción de oro y plata que acompaña la producción de cobre refinado. Es una paradoja de la minería, aprovechable para mitigar daños ambientales.
*Eduardo Reyes Frías, Periodista Científico y Miembro de Achipec.