¡Hoy estamos de cumpleaños! El 3 de Agosto de 1976 Sergio Prenafeta, Eduardo Reyes, Hernán Olguín, Luz Marta Rivera, entre otras personas, se constituyeron como los primeros socios y socias de la ACHIPEC, la entonces llamada “Asociación Chilena de Periodistas Científicos”, siendo Eduardo Latorre Gaete su primer presidente. En adelante, se incorporaron destacadas socias y socios como por ejemplo, Sandra Arrese y Nicolás Luco, quienes hasta hoy son miembros activos.

Tras 44 años, el acrónimo se mantiene, pero hemos cambiado. Somos formalmente la “Asociación Chilena de Periodistas y Profesionales Para la Comunicación de la Ciencia”, reconociendo la diversidad de oficios y profesiones que toman un lugar, y que se hacen necesarios en el quehacer de la comunicación científica en Chile.

Nuestra asociación es la más antigua de Latinoamérica en existencia continua, evidencia de la nutrida historia del periodismo científico en nuestro país. Ejemplos abundan. El programa de televisión Mundode Hernán Olguín, la revista Creces, las secciones de ciencia y tecnología de los periódicos La Tercera, El Mercurio, hasta los programas actuales de radios ADN,  radio de la Universidad de Santiago de Chile, la radio Universidad de Chile, programas en radios de universidades regionales y la radio digital de ciencia y tecnología TXS, entre muchos otros y notables ejemplos. 

Generaciones de periodistas se han formado desde entonces, tanto en Universidades públicas como privadas, bajo el alero de algunos de los fundadores y fundadoras de ACHIPEC y otras personas. Hoy, existen universidades que contienen formalmente la especialidad de periodismo científico, otras y otros estudiantes interesados han aprendido en el desarrollo de sus tesis, en la práctica, o especializándose en el extranjero.

El periodismo científico se inscribe dentro del campo más amplio de la Comunicación de la Ciencia, que también tiene en Chile una historia de varias décadas. Esta incluye la difusión, divulgación, extensión, popularización, outreach, apropiación social de la ciencia, entre otros muchos términos usados en diferentes contextos. La fundación del programa EXPLORA de CONICYT en 1995 es un hito fundamental en la historia de la comunicación científica en Chile, como también lo es el establecimiento a comienzos de este siglo de los grandes programas de investigación asociativa (MILENIO, FONDAP, etc). Estos programas fueron pioneros en exigir la incorporación a los equipos de trabajo de profesionales que pongan a disposición la investigación de los centros para públicos no científicos, y en la labor de socializar y democratizar la ciencia.

Desde entonces el ecosistema se ha enriquecido con la llegada de una diversidad de profesionales interesados en fortalecer la interfaz ciencia-sociedad, incorporando personas inicialmente formadas en ciencias, profesionales del mundo audiovisual, de las artes, el diseño, de las ciencias sociales del área de estudios de CTS (ciencia, tecnología y sociedad), creándose una comunidad rica y variopinta, que encarna en su mismísimas células el valor de la interdisciplina.

¿Cómo aprendimos el oficio las personas profesionalmente “híbridas”, con una pata en la ciencia y otra en la comunicación? ¿o quienes provienen de las artes y entraron a navegar en la ciencia? Algunas aprendieron de manera más o menos aislada, a golpe y porrazo, otras pudieron de ahorrarse porrazos y salieron a formarse al extranjero, otras fueron adquiriendo herramientas aquí en Chile. La experiencia enriqueció el ecosistema. Con el tiempo fueron surgiendo iniciativas de capacitación, talleres, seminarios, congresos, cursos de pregrado o postgrado, electivos, y desde 2014, el Postítulo en Comunicación de la Ciencia de la Universidad de Chile. Subsisten, eso sí, muchas necesidades de aprendizaje y formación de redes, pero somos una comunidad cada vez más conectada, consciente del real, y urgente rol social del conocimiento en nuestra sociedad, que trabaja en múltiples territorios al servicio de sus diversas comunidades. Hoy existen Centros de Comunicación de la Ciencia en la U Autónoma y U Andrés Bello (sorprendentemente, ninguna universidad estatal en Chile tiene un Centro de Comunicación de la Ciencia), productoras, agencias, múltiples instancias de autogestión y la reformulación de la relación ciencia-sociedad en el nuevo Ministerio de la Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, componen el mosaico.

¿Desafíos? Abundan. A la Comunicación de la Ciencia en Chile le queda bastante camino por recorrer para ser reconocida como necesaria para que la ciencia tenga sentido real para sus ciudadanas y ciudadanos. Para muchos no se trata más que de “alfabetizar” a una población ignorante, y su objetivo no iría más allá de informar, o, peor aún, de atraer nuevas matrículas. 

Nos falta avanzar en la institucionalización. Incorporar la Comunicación de la Ciencia en las universidades a nivel de pregrado y postgrado, tanto desde la Investigación como de la Vinculación con el Medio, yendo mucho más allá de la “extensión” (concepto que mantiene la verticalidad del modelo de comunicación conocido como “de déficit”). La institucionalización de la comunicación científica es una deuda del sistema de educación superior con la sociedad chilena. Cursos obligatorios de pregrado, en cada carrera científica y de investigación, que aborden la comunicación científica tanto con pares como con impares, cambiaría el panorama del conocimiento científico que llega a la gente, cambiaría el quiebre muchas veces evidente entre periodismo y ciencia, enseñaría que la misma gente tiene mucho que ofrecer a quienes hacen ciencia, enriqueciéndose la sociedad como un todo. 

¿Otras tareas pendientes? Mejorar las condiciones laborales de las y los comunicadores de la ciencia (deuda compartida con muchísimos/as trabajadores/as del conocimiento) para lograr que nuestro trabajo se valore, respete y por consiguiente se lleve a cabo de manera justa y segura, es también una tarea pendiente. Descentralizar, ofrecer oportunidades de capacitación remota y presencial a todas y todos los interesados en formar parte, ampliar la red a una diversidad mayor de profesionales, penetrar en la academia tanto para entregar herramientas básicas a quienes generan conocimiento, como para investigar y evaluar las iniciativas que conectan a las ciencias con la sociedad. 

En un nuevo aniversario de ACHIPEC, reconocemos y celebramos a las y los profesionales que han trabajado por décadas para acercar el conocimiento hecho en Chile, sus historias, personajes y procesos, a los distintos rincones de nuestro país. Nos arremangamos para continuar contribuyendo a que el rol social de la ciencia se materialice en beneficios educativos, intelectuales, éticos y materiales para todas nuestras comunidades.