
La actual crisis sanitaria ha evidenciado la gran relevancia de la comunicación científica, siendo esta una de las principales fuentes de información especializada accesible para la población general.
“Comunicar ciencia y naturaleza nunca había sido tan apremiante como ahora. En términos generales, el nivel de educación científica y ambiental en Chile es muy pobre, y eso ha derivado en problemas socioambientales mayúsculos”, comenta la socia Achipec Paula Díaz Levi.
Interesada desde su niñez en la naturaleza y las distintas especies de animales, Paula siempre vio claro su camino hacia el mundo científico ambiental. Periodista licenciada en Comunicación Social de la Universidad de Santiago de Chile (USACH) y Diplomada en Comunicación de la Ciencia de la Universidad de Chile, Díaz ha dedicado su carrera a acercar el conocimiento a los ciudadanos.

“En Chile se hace muy buena ciencia, dar a conocer ese trabajo es fundamental para promover la conservación y recuperación de nuestros vapuleados ecosistemas, más aún hoy, donde enfrentamos una crisis socioambiental sin parangón a nivel global”, manifiesta sobre el valor de la labor divulgativa.
Habiendo trabajado anteriormente en la organización internacional de conservación marina Oceana y el Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB Chile), hoy Paula se desempeña en Ladera Sur, medio de comunicación digital enfocado en el medioambiente, experiencia que caracteriza como “enriquecedora en todos los sentidos”.

“Me interesa no solo informar. Nuestra labor va más allá de escupir datos concretos, respondiendo solo a las 6 W. A sabiendas de que la realidad es compleja y que enfrentamos una crisis global sin precedentes, busco informar entregando evidencia sólida o de interés, que genere sorpresa, fascinación, contar historias. La naturaleza es intrincada y alucinante, te vuela la cabeza”, comparte sobre lo que busca transmitir en sus trabajos.
“El periodismo científico ambiental no solo informa, también puede despertar emociones, motivaciones y un mayor compromiso. Existen investigaciones desde la neurociencia que sugieren que el cerebro necesita emocionarse para aprender. El hecho de que la gente establezca un vínculo con el territorio y sus habitantes no humanos me parece lo más bonito y necesario de todo. Y eso lo puedes lograr contando lo que dice la ciencia, sin ser árido”, concluye Paula.